La película juega entre la fantasía y la realidad. Cuenta tres historias en paralelo que no se cruzan, pero que sí tienen elementos en común. La de una novia que se rompe una pierna durante su fiesta de bodas, la de una niña que aparece del mar y sigue a Batya como una sombra hasta cambiarle la vida y la de Joy, una mujer filipina llegada a Israel para trabajar. En estas historias se juegan ciertos aspectos de la relación entre padres-hijos y de la relación de pareja. Nada espectacular, por cierto. Sin embargo, las historias nos ponen a pensar. Es cierto que la introducción de elementos oníricos pueden molestar al espectador que espera una trama lógica y secuencial. También la introducción de metáforas que aparecen, que están pero que no cuentan la historia, simplemente están ahí para que el espectador las use como a él le parezca usarlas. Aunque las historias no evolucionan realmente o no tienen un final evidente, nos dejan pensando. Las medusas nos deja una sensación agradable, como a veces pasa con la vida misma sin ningún motivo concreto. La película no es recomendables para mentes 100% racionales y, entre paréntesis, es ganadora del premio Mejor Opera Prima en el Festival de Cannes 2007.
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